Uno de los iniciadores de la rivalidad entre América y Pumas, y que demuestra cómo ambas camisetas pueden ser compartidas, es Enrique Borja, quien recordó aquellos inicios donde se formó como universitario e hizo un cambio radical e involuntario en su carrera.

“Yo estaba muy contento en Pumas, fue mi nacimiento en el futbol. Me dio la oportunidad y se los agradezco, y a la afición también que siempre me cobijó; en América fue una etapa muy hermosa por todo lo que logré, son dos formas distintas. El amor es para los dos”.

Su traspaso a las Águilas se dio seis años después de portar la camiseta felina en 1969, un cambio polémico, pero que no le generó réplicas ante la afición de ambas escuadras.

“A mucha gente no le gustó que yo me fuera porque quería que me quedara. Pero también entendieron que yo no quería salirme, a mí me vendieron, al contrario, saben que le tenía cariño a las dos instituciones”, sentenció.

La decisión finalmente no le reprochó nada en el futuro, pues con la camiseta azulcrema logró dos campeonatos de Liga, uno de Copa, uno de Campeón de Campeones y tres títulos de goleo.

“Las dos camisetas las aproveché, fueron dos partes de mi vida. Les agradezco a las dos aficiones que se identificaran mucho conmigo y que pude dejar huella en las dos camisetas. Con Pumas también tuve logros importantes, con ellos pude ser seleccionado para el Mundial de 1966, después en América me toca jugar otro Mundial. Es muy difícil separar el cariño, más bien trato de unirlas para hacer más grande el agradecimiento”, remató Enrique Borja.