No le echa la culpa a la altura, “aunque afectó”. No señalaba al tema físico, “pero llegué tarde a la pretemporada”. Ni a la falta de continuidad: “Aunque me molesté por no jugar”.

Nicolás Bertolo se va de Cruz Azul sabiendo que el único culpable por no rendir, “soy yo. Si le echo la culpa a alguien más sería un mediocre, y no lo soy”, dice el volante argentino.

Pero… hay un pero. Y es que no está satisfecho con la forma en que le avisaron que no seguiría más como cementero. Bertolo se encontraba en su casa, revisando su cuenta de correo cuando vio que había dos mensajes del club, avisándole que no entraba en planes.

“Sólo me mandaron dos mails y luego hablamos por teléfono -dice el futbolista de 27 años, que aún entrena con el equipo cementero hasta que encuentre otro club que desee sus servicios-. Eso me duele y mucho. Soy un tipo que, a pesar de que no me salieron las cosas, fui de frente, ayudé al equipo, hice de todo sin quejarme. Sí, me molestaba el no jugar, pero nunca tuve problemas con nadie, hice buena amistad con todos y… me molestó.

Desde que soy profesional no me habían dicho por teléfono y mail que no me tomaban en cuenta. Esto es nuevo y me tiene molesto, muy molesto”.

No hay explicaciones de parte de la directiva, pero sobre todo del cuerpo técnico encabezado por Guillermo Vázquez. Mas ahora, Bertolo ni siquiera las espera. “Explicaciones sobran ahora, al final me avisaron y punto. Pero me gustaría hablar con Memo, terminar bien, sólo aclarar algunas cosas”.

Duele por el orgullo, duele por la carrera, pero más duele por la familia, que de nueva cuenta tendrá que mudarse. “Es lo que más me preocupa. Pensé al inicio que para ellas (esposa e hijas) sería complicado adaptarse, pero les fue mejor que a mí. No me puedo quedar, en el draft nadie se interesó por mis servicios”.

La realidad es que hace años que Bertolo no se encuentra. Desde que se fue a Europa: Italia, con el Palermo y España, con el Zaragoza, no ha hecho huesos viejos en ningún lugar.

-¿Estás en decadencia?

-No, si lo estuviera me voy a mi casa. Aquí no rendí, pero sé la clase de jugador que soy. Tengo 27 años que es cuando la maduración del futbolista llega. Quién puede decir que en el próximo equipo me irá mejor”.

Así que el argentino Nicolás Santiago Bertolo se va sin dejar huella, sólo queda como un nombre más que se une a otras promesas cementeras, que al final, no se cumplieron.