Como si se tratara de un guión de televisión, el América logró darle a sus jugadores más satanizados en el pasado, la oportunidad de una revancha y de cambiar completamente la percepción que se tenía de ellos.

Son los casos del colombiano Aquivaldo Mosquera y de Miguel Layún. En el caso del primero, de llegar a ser “Capitán de Agua”, en las críticas de su ex compañero Ángel Reyna, hoy se trata del autor del primer gol del equipo, que ayudó a levantar al grupo.

Y en cuanto a Layún, ha dejado de ser “culpa de Layún”, porque ahora esa responsabilidad le favorece, como el autor del gol del gane y del título, en el cobro del último penalti.

“Nunca he pensado en sacarme la espina”, comenta un humilde Mosquera. “Soy un profesional, y siempre trato de dar el máximo. Lo del penalti son cosas que pasan, a veces fallas, aveces no.

Son cosas del futbol. No me saqué ninguna espina, esto es para festejarlo, con mi familia y con mis compañeros”, asegura.

La transformación americanista, que va de un equipo multicriticado, es relatada por Aquivaldo, a quien le tocó vivir lo más malo del americanismo hasta lo mejor de la vida, un histórico título en una final soñada.

“La verdad es que hicimos una familia, esto es una familia, desde la cocinera, el jardinero, todos estamos unidos y eso es importante y fundamental en un equipo, para lograr ganar cosas. Nosotros tenemos que estar en el terreno y darlo todo y hoy demostrarmos esa unión”, argumenta el colombiano.

“En una final sacas fuerzas de donde no las hay y gracias a Dios logramos sacar ese campeonato”, añade Mosquera, quien ahora tendrá que darle la vuelta a la página, porque hoy viajará para integrarse con la selección de su país. “Voy a concentrarme con ellos, pensar en otro logro que queremos y esto sigue, no hay que parar y seguir mejorando”, añade.

Mientras tanto, Miguel Layún ha dejado ya en el olvido las críticas y, con sencillez, evita que hoy se diga que “todo sea culpa de Layún”, por el logro del campeonato en sus pies.

“No”, ataja. “Creo que el equipo hizo un gran trabajo. Todos buscábamos el mismo objetivo y gracias a Dios podemos disfrutar esto y en lo particular haber podido anotar el penal que fue definitivo y que le da un toque muy especial a este título y a mi carrera”, expone el futbolista.

“Sabía lo que significaba en mi carrera y me pareció un reto que tenía en el camino. Me enseñaron a afrontar retos y decidí aceptar patear el penal y gracias a Dios y a la confianza de los compañeros hoy estamos viviendo algo muy bonito”, celebra. “Lo que viví antes quiero dejarlo en el pasado y que este sea uno de muchos”.