Lo que se vivió y escuchó en el Omnilife en el momento que cayó el gol de Darwin Quintero fue perturbador, la porra de Chivas comenzó a insultar al equipo, además de exigirla más entrega.

La furia por una nueva derrota detonó en todo el inmueble, ya no sólo era la porra, todo el estadio se unió y cantó en contra del Rebaño.

Fueron cinco minutos escalofriantes para los jugadores tapatíos, los gritos en su contra no cesaron hasta que el árbitro pitó el final del encuentro.

La paciencia ya se agotó, el público rojiblanco está harto de tener a un equipo endeble y que cada día está más cerca del descenso.

La época del “Campeonísimo” o las “Súper Chivas” ya expiró, el presente es sombrío y perturbador.

El equipo más popular del país deambula sin rumbo fijo, todo lo contrario a lo que sucede con sus máximos rivales, América y Atlas, águilas y zorros están en lo alto de la Liga MX y miran muy por debajo al chiverío.