Tras errar en un tiro de derecha durante el primer set de la final del Abierto de Estados Unidos, Naomi Osaka miró a su entrenador, quien estaba en una de las pocas butacas ocupadas en el estadio Arthur Ashe.

La japonesa se encogió de hombros y levantó las palmas, como para preguntar: “¿Qué rayos está pasando?”.

El panorama empeoró segundos después. Otro tiro desviado frente a Victoria Azarenka provocó la furia de Osaka. Arrojó la raqueta, que dio unos cuantos giros antes de caer en la cancha.

Inusitadamente errática en el comienzo de la final del sábado, Osaka parecía al borde del colapso. De pronto, mejoró su desempeño, y Azarenka simplemente no recuperó jamás el control del duelo, si bien tampoco dejó de pelear.

Osaka remontó para imponerse por 1-6, 6-3, 6-3, con lo cual conquistó su segundo campeonato del US Open y su tercero de torneos del Grand Slam.