El Madrid congeló el Camp Nou en el minuto 90. Una falta lateral lanzada por Luka Modric la remató impecable Sergio Ramos y el líder sobrevivió cuando ya no podía ni iamginarlo, para dejar la Liga igual que estaba.

El Barça, plano en el primer tiempo y agitado en el segundo a partir del gol de Suárez y la entrada de Iniesta, rozó el triunfo y tuvo ocasiones de lograr el 2-0 pero fue incapaz de mantener esa mínima ventaja. Y se marchó del Camp Nou maldiciendo su suerte.

El equipo de Luis Enrique, quien sorprendió dejando a Iniesta en el banquillo, le costó horrores hacerse ver en el terreno de juego. Bien maniatado por el centro del campo del Real Madrid, la fluidez de su juego fue descendiendo en una primera mitad en la que acabó por tener mejores ocasiones, sin exagerar, el equipo de Zidane.

El Barça, por mucha dependencia que se le adivine de la MSN, sigue siendo un equipo pensado desde la creación, la combinación, la pausa y la calidad de su fútbol y eso es lo que echó en falta a medida que fue transcurriendo un primer tiempo en que al Madrid le bastó con juntar sus líneas y evitar que llegase el balón con facilidad a su área.

Si apenas comenzar se reclamó un penalti de Mascherano, poco después también pasó por alto el árbitro una mano de Carvajal, todo ello en un partido falto de ritmo y en el que la hinchada local se desesperaba tanto por la falta de profundidad de sus jugadores como temía las contras amenazantes de un Madrid que avisó en dos ocasiones y que no consumó el 0-1 por su falta de convencimiento en el remate final.

DE LA DUDA… AL GOL
El segundo acto comenzó bajo el mismo escenario que había acabado el primero. Incluso con un Madrid más fresco y menos agarrotado que el campeón, huérfano de fútbol y cada vez más dependiente de un Messi obligado a bajar al centro del campo para entrar en contacto con el balón…

Hasta que una internada de Neymar por el costado izquierdo fue cortado en falta, una falta probablemente innecesaria, de Varanne. El lanzamiento esperado de Messi lo hizo el propio Ney y la cabeza de Suárez ganó a todo el mundo para rematar a la red.

Marcó el uruguayo y apenas dos minutos después ingresó en el campo Iniesta para darle pausa y argumento al fútbol del Barça, al que ese gol significó una catapulta en su autoestima.

La urgencia cambió de bando, comprendiendo el Madrid que debía dar un paso al frente si quería evitar una derrota que empezaba a temer ante la solvencia que ya iba mostrando el Barça, más pausado, mejor colocado y recuperando sus señas de identidad.
Así, a la desesperación merengue por encontrar espacios imposibles y combinar con un Cristiano Ronaldo tan entregado a la causa como agarrotado y fallón respondió el Barça con una suerte de autoridad que no se esperaba pero que fue aumentando.

Incluso rozó en dos ocasiones un 2-0 que no habría sido extraño a la vista de las ocasiones en esa segunda mitad… Y cuando el barcelonismo en pleno empezaba a celebrar el triunfo llegó el jarro de agua fría.

Una falta lateral lanzada por Modric la remató, imperial, Sergio Ramos a la red. Imposible de frenar, el central andaluz le dio vida al Madrid cuando no podía ya ni sospecharlo y aunque el Barelona, en el añadido, rozó el 2-1 el marcador ya no se movió.

La Liga sigue igual. El Real Madrid no mostró la mejor imagen de un líder, pero sobrevivió en el último suspiro.