Tigres apostó todo por la Copa Libertadores, sin embargo, no supo sobreponerse a un mal arbitraje y ser contundente en los momentos claves para evitar la caída 3-0 con River Plate en la Final de la Copa Libertadores.

Los felinos se toparon con un trabajo deficiente de los colegiados en general, y que estuvieron de ‘perdona vidas’ con un equipo millonario que fue capaz de resistir y metió la pierna de más para anular a la delantera rival.

Aunado a las rojas que el árbitro perdonó, incluida una a la Palmera Rivas, Jürgen Damm y Rafael Sobis carecieron de la tranquilidad para definir cuando tuvieron oportunidades de anotar. Damm no soltó el balón a tiempo y Sobis no se acomodó para disparar.

En las noches negras los villanos nunca faltan. En este caso, de nombre Lucas Alario; el delantero de River Plate se mantuvo en la cancha pese a que su accionar lo debió enviar a las regaderas antes de tiempo y, al 44′, le ganó la posición a Rivas para rematar de cabeza y clarear a Nahuel Guzmán.

El segundo tiempo trajo consigo a un Tigres con ímpetu, pero de nuevo carente de frialdad en el momento importante, ése que sirve para empatar los partidos y construir a la larga una remontada que deseaba gran parte de México.

A los 66′, Damm demostró su picardía con un desborde, mas Javier Aquino llegó tarde para rematar el balón. Fue precisamente Aquino, al 72, quien le cometió una falta en el área a Carlos Sánchez para el 2-0 a favor de los locales.

El tercer y definitivo clavo en el ataúd fue una cortesía de Ramiro Funes Mori, que definió tras un centro exacto de Pisculichi

River Plate, experimentado en este tipo de instancias, frenó los bríos de los regiomontanos, que no supieron cómo romper el candado. Así, el sueño de ser inmortal volvió a quedar pendiente para otra ocasión; el monumental cantó una nueva Copa Libertadores millonaria.