Sincero, Ricki Herbert cataloga el boleto al Mundial de Brasil 2014 como una “misión imposible”, luego de pisar con sus jugadores la cancha del Estadio Azteca, donde hoy se disputará el partido de ida de la reclasificación que armó la FIFA entre Concacaf y Oceanía.

“Hay que levantar la cara y cruzar los dedos”, añade el director técnico de Nueva Zelanda. “El reto está enfrente y hay que tomarlo. Somos realistas y es difícil, pero hay que disputarlo. Esperemos regresar a Wellington con un buen resultado”, descubre Herbert, quien parece cifrar el éxito a cuestiones de fe.

Sensato, reconoce que aún el mejor equipo del mundo pasaría apuros en el Coloso de Santa Úrsula, porque pesa el ambiente, la afición y el escenario mismo.

Incluso tuvo la ocasión de presenciar el choque contra Panamá, el único que el mítico inmueble vio ganar al Tri, y expresa maravillado: “Es un ambiente electrizante, el estadio es fantástico”.

La misma prensa neozelandesa, presente en nuestro país, cataloga la opción de avanzar a Brasil 2014 como un sueño. “La gente allá piensa que es casi imposible, pero estamos esperando por un milagro”, asegura Michael Burgess, reportero de The New Zealand Herald.

“Un empate sería buenísimo”, asegura el periodista. “Todavía si perdemos 1-0 o 2-1, porque vamos a Wellington”, comparte.

Sin embargo, ríe cuando se le cuestiona sobre un posible éxito neozelandés en esta serie.

“Es muy improbable, más que nada porque no tenemos al mejor jugador por mucha distancia del resto, Winston Reid”, agrega Burgess, quien expone el tema de la altura de la ciudad y la contaminación, como algo que afectará al grupo.

Peor aún, el enviado del Herald critica la necedad de Ricki Herbert de incororar a dos jugadores que ni siquiera tienen equipo, en el grupo de 23. Se trata de Tony Lochhead, quien desde hace seis meses se quedó sin club, y Jeremy Christie, sin plantel desde un año atrás, por problemas de lesiones. “Pero al técnico le gusta mucho. No sé por qué está si no tiene club”, dice contrariado.