Isaac Paredes sujetó su bate y conectó un batazo que mandó la pelota del otro lado de la barda con las bases llenas sin imaginar que su jonrón sería histórico. El infielder de los Tigers se convirtió en el primer mexicano en conectar un Grand Slam en MLB desde que lo hiciera Enrique Romo en 1980, un hito que lo confirmó como una de las grandes joyas del béisbol azteca y que le hizo ver que había valido la pena cada sacrificio mientras recorría el diamante hasta pisar el Home.

El sonorense estaba harto de no encontrar esa oportunidad por la que luchó durante años. Tras la suspensión del Spring Training por el brote de coronavirus regresó a casa cabizbajo de solo pensar que nuevamente se le esfumaría la posibilidad de debutar en Grandes Ligas. Pero de pronto, su vida se transformó de súbito, pasó de formar parte de la practice quad de Detroit a convertirse en el pelotero mexicano 132 en Las Mayores y demostrar su valía con batazos como el del 21 de agosto pasado ante los Indians.

“El Grand Slam fue algo muy bonito, como un sueño”, responde durante una teleconferencia. “Desde cuando iba corriendo las bases hasta que llegué a Home y al dogout fue muy bonito, sentí algo muy bonito por dentro, pasaron muchas cosas por mi cabeza. Mi estado de emoción no lo podía controlar, fueron muchas cosas muy bonitas”.

A sus 21 años, el oriundo de Hermosillo, Sonora, es el mexicano más joven en Grandes Ligas. Y desde que el 17 de agosto vio por fin la oportunidad de subir al primer equipo de los Tigers acumula 54 turnos al bat con tres carreras anotadas, nueve hits y seis impulsadas, números que lo convierten en un interesante prospecto de cara al futuro de la franquicia de la División Central de la Liga Americana, a donde arribó solo gracias al impulso de sus seres queridos.

“La familia sobre todo en este año me ha dado apoyo. La verdad este era mi año para estar en Grandes Ligas estaba luchando bastante para buscar un lugar desde Spring Training y ya con todo lo que había pasado del virus regresé un poco triste a mi casa, había dicho que era otro año perdido para mí. Pero ellos me dijeron que no me rindiera, que siguiera trabajando, a veces Dios tiene preparado algo y te da una batalla para saber si estás preparado y creo que lo cumplimos, seguimos trabajando, no bajamos los ánimos y mi familia fue muy importante”, explicó.