Detrás de sus lentes oscuros esconde una mirada penetrante, la misma con la que acechó a cada presa que derribó en su prolífica carrera en la NFL y con la que miró fijamente a Muhammad Ali para encontrar una última inspiración antes de ganar su único anillo de Super Bowl. Ed Reed pasó 20 años de su vida a la espera de conseguir un campeonato y no lo logró hasta que se vio reflejado en los ojos de la máxima leyenda en la historia del boxeo.

A sus 41 años, Edward Earl Reed está por cumplir un lustro de haberse retirado. Apenas colgó el casco, decidió cubrir su cabello entrecano con una gorra y no despegar de sus labios de los cigarros habanos que comercializa bajo el nombre de ER Fine Cigars desde que su carrera en la NFL comenzó a marchitar.

Entre sembradíos de tabaco o en un campo de golf, el miembro del Salón de la Fama en la clase 2019 pasa sus tardes. Ejercitarse se volvió algo imposible, tras lesionarse en el Super Bowl LVII que ganó con los Ravens a 49ers en una temporada que comenzó con la visita del legendario Muhammad Ali a los entrenamientos de Baltimore, lo que sirvió a Reed para abrir su corazón y hallar ese último suspiro de lucidez para por fin alzar el Vince Lombardi.

“Jugadores como Jim Brown o (Muhammad) Ali sabían quién era yo”, dijo orgulloso Reed durante una charla. “Él (Ali) se acercó para decírmelo, eso me vuela la cabeza. Este juego me ha llevado a muchos lugares y me ha traído hasta aquí, no puede sentirme más bendecido”.

En su mente hay un archivero repleto de sus más memorables recuerdos como jugador profesional. Así como conoció al ganador de tres títulos mundiales, puede presumir de tener la intercepción anotadora más larga en la historia de la NFL de 107 yardas o de haber sido elegido al Salón de la Fama en su primer año de elegibilidad, pero ninguno se le compara con la sensación de haber sido la selección 24 del Draft por los Ravens.

“El día que me draftearon (es uno de sus mejores recuerdos) y estar con mi familia en ese momento. Perder el campeonato de la Conferencia Americana cuatro veces al hilo y las memorias de estar con tus compañeros de equipo en el vestidor los días de entrenamiento”, remembró durante una visita a la Ciudad de México hace unas semanas.

MIGUEL PONTÓN