El 11 de julio de 2010, a las 11:00 de la noche, hora de Madrid, España cambió para siempre. La ‘Roja’, comandada por Vicente del Bosque, se proclamó Campeón del Mundo tras vencer a Holanda en la final por 1-0.

Fue una noche tensa. Un partido que se hizo eterno para 45 millones de personas, pues no fue hasta el minuto 116, cuando Andrés Iniesta batió a Maarten Stekelenburg con un disparo cruzado.

“¡Iniesta de mi vida!” gritó, con todas sus fuerzas, José Antonio Camacho, que había acudido a Sudáfrica como comentarista de la Televisión Española. En España, 15,6  millones de espectadores compartieron el sentimiento. Y otros tantos en las calles, donde se habían instalado pantallas gigantes, y en los bares.

Se cumplía esa promesa eterna. España, por fin, cumplía con las expectativas y podía codearse en pleno derecho con los ‘gigantes’. Para el entrenador que hizo posible la “hazaña”, Vicente del Bosque, ha sido  un parteaguas en la historia del país, y no solamente la deportiva, pues considera que “lo más importante” que dejó el título para la posteridad, fue haber acabado de una vez por todas con el complejo de inferioridad.

“Nos poníamos una camiseta que parecía un lastre, y ahora todos jugamos con la misma”, dijo Vicente del Bosque en una charla organizada por la Asociación de Periodistas Deportivos Internacionales en España (ISMAS).

DEL BOSQUE RECORDÓ AQUELLA NOCHE

Desde la tranquilidad del retiro en Marbella, Vicente del Bosque rememoró aquella noche en que su equipo hizo historia.  El día había comenzado “con la misma rutina que cualquier otro partido”, relató el exentrenador, que quiso darle un aire de naturalidad. Sus jugadores, afirmó, no necesitaban motivación extra pues sabían perfectamente que estaban a punto de disputar “el partido más importante” de su carrera.

“(En la charla técnica) habíamos hablado un poco de cómo eran los holandeses y con un poco de emotividad, que no era necesaria porque íbamos a jugar el partido más importante de nuestras vidas. Hice uso de ese romanticismo que no debemos perder en el futbol, y encima teniendo las posibilidades intactas de ser campeones después de un buen recorrido. Teníamos un buen equipo y estábamos en esa inercia positiva de poder ser campeones. Fue un día muy normal”, comentó.

Del Bosque reconoce el valor, no solo histórico, sino emotivo de los logros de su equipo. Un conjunto que tomó, en 2008, como campeón de Europa y lo convirtió en el dominador absoluto durante cuatro años, como Campeón del Mundo en 2010 y al refrendar el título continental en 2012.

Y es que diez años después de ganarse el derecho a portar una estrella en el pecho, España no ha vuelto a brillar con la misma luz. En 2014, su equipo causó estupor al ser eliminado en la fase de grupos. En 2018, el equipo en plena crisis provocada por el despido de Julen Lopetegui a pocas horas del debut, no pudo pasar de Octavos.

EFE
Para Del Bosque, es importante que la celebración del momento cumbre del futbol español no se convierta en una nostalgia eterna pues según apuntó “todos tenemos nuestra historia y hay que celebrarlo, pero desde luego, hay que mirar hacia delante”, si bien recalcó que se mantiene optimista de cara al futuro.

“El futuro (del futbol español) está bien orientado en todos los sentidos. No hay asuntos que perturben a nuestro futbol. Muchos jugadores que no han estado el Mundial (de 2010) lo tienen como recuerdo de niños, pero ellos tienen que hacer valer que hemos una hegemonía en Europa a través del Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Valencia, Sevilla… No digo que ganemos (Champions League) todos los años, pero dominamos. Y eso tiene que pasar en la Selección, y pasa, porque han venido muy buenos jugadores y vamos a seguir optando por títulos”, vaticinó.