Un fuerte terremoto sacudió el sur de Nueva Zelanda en las primeras horas del lunes, cuando todavía era domingo en la mayoría del mundo, dejando dos muertos y causando daños en inmuebles y obras de infraestructura. Los servicios de emergencia exhortaron a los residentes de la costa que se trasladaran tierra adentro para evitar las olas de un tsunami, que no provocó daños graves.

El terremoto, con epicentro en una zona principalmente rural cerca de la ciudad de Christchurch, tuvo una magnitud 7,8 y se sintió fuertemente en la capital, Wellington, a más de 200 kilómetros (120 millas) al norte. El terremoto fue seguido por una serie de fuertes réplicas.

Cerca del epicentro, el sismo abrió fisuras serpenteantes en las carreteras y provocó aludes de tierra.

Unas seis horas después del terremoto, el primer ministro John Key dijo que no podía dar más información sobre las muertes hasta que las autoridades confirmaran todos los detalles. Dijo que los funcionarios no tenían ninguna razón para creer que el número de muertos se elevaría.

“Con base en la información que tenemos hasta el momento, creemos que es probable que sean dos (muertos), pero por supuesto hay partes aisladas del país donde no tenemos buenos ojos, por lo que no podemos estar 100% seguros”, explicó.

Agregó que olas de unos 2 metros alcanzaron la costa, pero que la amenaza de tsunami fue rebajada a advertencias costeras.

El sismo también tiró objetos de estanterías y rompió ventanas en Wellington. Cientos de turistas salieron a las calles desde sus hoteles.

No hubo informes inmediatos de daños importantes o heridos graves en Christchurch, pero el temblor evocó recuerdos del terremoto de 2011, que destruyó buena parte de la ciudad y mató a 185 personas. Sin embargo, el terremoto del lunes se produjo lejos de los grandes centros poblados.

El terremoto tuvo lugar justo después de la medianoche. Su centro se situó unos 93 kilómetros (57 millas) al nordeste de Christchurch, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), con una profundidad relativamente baja de 10 kilómetros (6 millas).

Los efectos de los terremotos son más perceptibles cuanto más cerca de la superficie se encuentre el epicentro.