Roger Moore, astro de siete películas de James Bond, murió en Suiza a los 89 años. El actor británico falleció tras una breve batalla con un cáncer, según un comunicado de su familia publicado en la cuenta oficial de Moore en Twitter.

“Sabemos que nuestro propio amor y admiración serán magnificados muchas veces, alrededor del mundo, por personas que lo conocieron por sus películas, sus series de televisión y su apasionado trabajo para UNICEF, el cual consideró su mayor logro”, dice la carta.

Su estilo sosegado y su sentido del absurdo, expresados principalmente al levantar la ceja, parecían poner de manifiesto el trasfondo ridículo de las películas de Bond, en las que el apuesto agente secreto británico era tan adepto a mezclar martinis, acostarse con hermosas mujeres y ordenar comidas gourmet como a desechar a los supervillanos que trataban de dominar el mundo.

“Para mí, las situaciones de Bond son tan ridículas, tan etrafalarias”, dijo una vez. “Quiero decir, se supone que este hombre es un espía y aun así, todo el mundo sabe que es un espía. Todos los camareros del mundo le ofrecen martinis que son agitados, no revueltos. ¿Qué clase de espía serio es reconocido donde quiera que va? Es extravagante. Así que hay que tratar el humor de un modo extravagante también”.

Aunque nunca eclipsó a Sean Connery ante los ojos del público como el James Bond definitivo, Moore interpretó el papel del agente 007 en tantas películas como Connery, y logró hacerlo “encontrando un chiste en cada situación”, según el crítico de cine Rex Reed.

El actor, que asumió el papel en 1973 cuando Connery se cansó de hacerlo, ya disfrutaba de una larga trayectoria en el cine y la televisión, aunque con éxito mixto.