Retrocedemos en el tiempo hace treinta años cuando un 23 de junio de 1987 Correcaminos lograba el Ascenso a primera división.

Rodeado de eventos de todo tinte, el equipo naranja luchó por un lugar en el fútbol mexicano y logró que se le volteara a ver gracias a su entrega y pasión que se desbordaba en la cancha.

Ciudad Victoria vibraba de emoción y acompañaba aquellos caballeros que salieron de casa seguros de lo que querían.

Hoy son 11 ex jugadores que desde sus diferentes vidas recuerdan con nostalgia, amor y alegría aquellos días inolvidables.

Agustín “Pánuco” Gómez fue uno de quienes hoy pueden contar con orgullo que pisaron la cancha del Estadio Azteca y lograron ahí el mérito más grande futbolístico que la ciudad ha conocido.

“Retrocedo en el tiempo y llegamos al tercer cotejo, le dijimos a este gran país que existe victoria y sobre todo futbolisticamente un equipo ganador y un equipo que nadie creía en ellos, se sentía el orgullo de haber culminado con un objetivo, con un compromiso que uno tenía con la afición, que siempre en todos los sectores siempre nos apoyo”.

Correcaminos había ocupado el octavo lugar de calificación, justo en el grupo de “la muerte” donde se encontraban los favoritos para el Ascenso; Santos, Zacatepec y Colima, sin embargo, el compromiso y el creer que podían lograrlo cambió los pronósticos.

Juan Santiago Sansininea, fue a quien Diego Malta confió los postes y la red. No solamente el Técnico del equipo había entregado en sus manos el marcador, la afición confiaba en el.

A treinta años de haber defendido con honor la portería hoy recuerda el episodio como si fuera ayer.

Casi 60 mil almas en el Azteca, la mayoría de ellos gallos de Querétaro pero aún en esa inmensidad de aficionados los fieles de Correcaminos se hacían presentes.

“Llegamos a pisar la cancha, salir a soltar los nervios y esperar un par de horas aún, después a vestirse para la batalla final, estábamos todos listos, había gritos, arengas, motivación y salimos con todo, fue un partido seco y muy ríspido, precavido por ambos lados, mas defensivos ellos que nosotros, tuvimos mas llegadas”.

Para el arquero del Ascenso no hubo mejor fórmula que salir a la cancha con ganas de romperse todo, convencidos de que los problemas se quedaban fuera de ella y siempre con el empuje de querer lograrlo, de hacer historia.

“Decían que éramos un grupo unido y si en la cancha salíamos a partirnos la madre, si nos ponemos a pensar en cómo llegamos ahí, Dios es grande, porque si había grietas de esas que se dan en el vestidor pero partí a partido salíamos por todo”.

Sansininea logró que el partido regular quedara sin goles en contra, el empate a ceros los lanzó a la tanda de penales, donde se logró el tan anhelado Ascenso.

A treinta años, hoy se recuerda con añoranza aquel día en el que la ciudad se paralizó, se detuvo en alegría y algarabía un logro que sabía a gloria.