Admiro a quienes apoyan a Correcaminos con una verdadera pasión; quienes desde pequeños, por diferentes motivos, se impregnaron el equipo, a los colores, los que sienten la camiseta en las tribunas con amor y permanecen a pesar de los malos resultados, de las promesas incumplidas, y a pesar de tener muchos años en la lucha por el ascenso al máximo circuito… y vaya que son muchos, y seguir ahí fieles.

Esos hinchas que por distintas razones eligieron los colores naranjas para seguir con los pies y corazón en cada paso que den. A ellos, mis respetos.

Pero debemos reconocer también que existen muchos que asisten al estadio sin ser realmente seguidores del equipo. Es verdad que en las gradas tienen el derecho de exigir, pero antes, creo, está su labor de apoyar, alentar, acabarse la voz apoyando en cada encuentro, intimidando al rival, al árbitro.

Hace mucho tiempo que el Marte R. Gómez no retumba como alguna vez lo hizo. Muchos aficionados se han convertido en observadores silenciosos, en aficionados pasivos.

Otros tomaron el papel de críticos, técnicos y pesimistas. Otros asisten pero ni siquiera saben el nombre del equipo al que se enfrentan, no conocen a los jugadores y mucho menos sus posiciones, pero eso sí, ofenden, insultan, exigen y al final abuchean.

En el partido ante Delfines de Ciudad del Carmen donde Correcaminos ganó pero no gustó, me parece válido que la afición exija, siempre y cuando haya apoyado intensamente los 90 minutos del partido, sin embargo, seamos sinceros, de quienes asisten al “Marte”, ¿cuántos realmente lo hacen? Son muy pocos los que están ahí partido a partido.

Es cierto, el equipo no ha logrado esa conexión, no ha gustado, no ha tenido buen paso, pero aun así considero que deberíamos reconocer las debilidades que tenemos como afición: no pesamos.

¿Recuerdan el partido de Copa ante Monterrey y el amistoso ante Tigres?

Unos 50 aficionados barristas de esos equipos con sus cánticos y gritos de aliento lograron callar a unos 10 mil (aproximadamente) aficionados naranjas; esos 50 rayados o tigres dejaron mudo a todo un estadio. ¡Caray, qué vergüenza!

No generalizo, pero sí puntualizo que también en cuanto a la afición, tenemos deficiencias y eso nos toca corregirlo solo a nosotros.

Twitter: @faharamercado